El Animal Sobre la Piedra

Daniela Tarazona


I
Anunciación
No quiero estar en mi cuerpo, me pesan las manos como las garras maltratadas de un animal tras el esfuerzo de buscar alimento. Mi vista no percibe el brillo de los colores.

II
La ira
Mi hermana crió dentro de sí misma aves que le rompieron las vísceras a picotazos. Así me lo dijo.

III
Sueño con la selva
Me sucede algo que no entiendo. Ni siquiera habría reparado en ello de no ser por su contundencia: olí mi orina y tiene un olor distinto al de antes, es dulce.

IV
Muerte
Al despertar, observo con incredulidad el contorno de mi cuerpo a un lado de la cama: es un pellejo fino, con mis huellas digitales y las arrugas grabadas; su tacto es igual al del pegamento que, de niña, me ponía sobre las palmas de las manos.


VI
Testigos
Abro los ojos; él se cautiva con mis globos redondos, de color rarísimo, que combinan el verde y el rojo. Restriego mis párpados y descubro que he perdido las pestañas.

VII
Mi virtud
Lo mismo soy yo: una mujer pero de otra especie.

VIII
Orificio
Llegó el momento más estremecedor de mi transformación: perdí el sexo.

IX
Mi nombre
Dar vida es un deseo que no se formuló bajo el influjo de mi pensamiento. Sino ordenado por las pautas de mi especie.

XI
Lo que olvidé
Mi lengua, que creció justo en ese trayecto, estaba rígida y era incapaz de moverla.

XII
La caverna
[...] mi cuerpo estaba endurecido por la adrenalina.

XIII
Otra pérdida de mi memoria
El olor se quedó en mis narinas, era el olor de un animal muerto. Pensé que mi camuflaje había sido perfecto.

XIV
Hogar
La tormenta me enseñ;ó el sentido de mis mutaciones.

XV
Semejantes
[...] en un principio la piel que cubre los omoplatos aún no era dura como el resto y me ardía continuamente porque esas salientes recias como un hueso, rasguñaban mi espalda, dejando heridas que cuando estaban por cicatrizar volvían a abrirse con la repetición del roce.

XVI
Hambre
Mi olfato es otro orgullo, soy capaz de oler a las personas que pasan frente a la casa. Sé por sus humos el rango de edad, la digestión que elaboran, su capacidad sexual.
Hay hombres que tienen los testículos pequeños porque su semilla es poderosa. No necesitan un depósito mayor pues su linaje no se encuentra en peligro.
No hay crueldad en mi deseo, es lo que toca.


XVII
El huevo
Un dolor agudo me ocupó la entrepierna; el sufrimiento se extendió en el instante en que el huevo tocó la tierra.

XVIII
Fábula
Mis lágrimas resbalan entre las escamas, gimo para dar mayor fuerza a mis emociones, jadeo un poco.

Tarazona, Daniela, El Animal Sobre la Piedra, Almadía, Oaxaca, 2008. pp. 170.
Fragmentos seleccionados por el Comité Editorial y Roberto Feregrino Verdeja, aprobados por la autora.

Daniela Tarazona (Ciudad de México, 1975) Licenciada en literatura latinoamericana por la Universidad Iberoamericana. Realizó cursos de doctorado en literatura de vanguardia hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, España. Desde 2002 es colaboradora de suplementos y revistas de México y España, Letras Libres, Hoja por hoja, Crítica, y Renacimiento y ha trabajado como editora, redactora y promotora cultural. En 2006 obtuvo la beca de Jóvenes Creadores-Fonca para su primera novela: El Animal Sobre la Piedra (Almadía, 2008), considerada por el escritor Sergio González Rodríguez (en el periódico Reforma) una de las diez mejores novelas mexicanas publicadas en 2008.