


MuAC
Daniel Garza Usabiaga
En noviembre del 2008 se abrió el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MuAC), obra de Teodoro González de León. En términos de su arquitectura, el proyecto recibió un sinnúmero de críticas positivas y negativas; algunos lo calificaron como ‘posmuseo’, otros como ‘elefante blanco’ . Su planta puede ser vista como un círculo que contiene más de media docena de cubos de hormigón. La fachada se caracteriza por un talud invertido de vidrio a partir del cual se articula una plaza de acceso al Centro Cultural Universitario asi como al mismo MuAC. La entrada principal al museo se antoja deficiente al presentar un elevador que parece que fue empalmado. La plaza, que revela la sensibilidad urbanística del arquitecto, da una nueva visibilidad a la escultura de Rufino Tamayo La espiga y sirve para dar un inusitado protagonismo al edificio, algo que contrasta con el Centro Cultural. Este protagonismo se traduce en términos de la escala del nuevo museo.
La gestación del proyecto se dio con una serie de viajes que González de León realizó a Japón, España y Francia. De los museos que visitó se originó el diseño del MuAC; Nicolás Cabral ha mencionado su deuda conceptual con la obra de SANAA . Después de su análisis en el extranjero, González de León creó espacios de exhibición de grandes dimensiones, de 12 metros de ancho y entre 6 y 12 de altura. Para él, todo tipo de producción actual cabría en ellos, algo que es indudable. Sin embargo, esta perspectiva, al parecer, nunca fue cuestionada en lo relativo a las condiciones de producción artística en otros países vis-a-vis las existentes en México. Este tipo de consideración, también, parece que pasó inadvertida en cuanto a los presupuestos con los que cuentan las instituciones culturales en distintos países. Ofreciendo, en su mayoría, grandes salas de exhibición, el MuAC establece una demanda enorme sobre las piezas. Obras de formato pequeño se vuelven minúsculas en la amplitud de las salas . El proyecto Cantos cívicos (2008) de Miguel Ventura o trabajos como Babel (2001) de Cildo Meireles son contundentes sobre las características que la pieza debe tener para poder enfrentarse con la magnitud de las salas. Es necesario apuntar que la mayor parte de la producción artística local no se ajusta a esta escala. La crítica más contundente al colosal museo aún está por realizarse y se traducirá cuando se le relacione con la sustentabilidad del proyecto a largo plazo.
El término ‘posmuseo’ tiene que ser evaluado en cuanto a la solución arquitectónica. En su uso de vidrio, por ejemplo, el MuAC parece ser en ocasiones todo menos un ‘posmuseo’. Esto puede ser analizado considerando el uso de vidrio como parte de la solución del edificio y, también, en su metáfora de transparencia. En el primer caso, el uso de vidrio permite una iluminación centinal en todo el edificio. Sin embargo, se incurrió en un exceso en las salas donde se desliza el talud invertido de la fachada. Esto no sólo les dio una forma caprichosa sino que condiciona los espacios con un nivel de iluminación desproporcionado . En cuanto a la metáfora de transparencia, esta ha sido abusada para apuntar la relación que el edificio establece con el paisaje. Es necesario considerar que los ventanales en la planta baja sólo establecen una experiencia visual con el contexto mientras que el piso transparente muestra el paisaje en detritos. Algunos espacios de trabajo dentro del edificio, también, han sido dotados de transparencia. El museo parece revestir todo su interior bajo el valor de exhibición. Soluciones de este tipo, donde el visitante puede apreciar como espectáculo el trabajo de investigadores o restauradores, no es ninguna novedad y en ocasiones sirve para justificar, vacuamente, propósitos de accesibilidad del público. La arquitectura del MuAC, en cambio, se ajusta a la idea de ‘posmuseo’ con un espacio que en ocasiones se emparenta con el aeropuerto, el centro de convenciones o el comercial. La desorientación que el museo llega a provocar está en línea con la experiencia de estos no-lugares contemporáneos.
Daniel Garza Usabiaga. Doctor en Historia y Teoría del Arte, Universidad de Essex. Realizó estudios de posdoctorado en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM e imparte clases en el posgrado en historia del arte en la Facultad de Filosofía y Letras.
