Mayra Martell


 

 

En julio del 2003, la prensa internacional se escandalizó al escuchar las declaraciones del entonces presidente de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, quien estableció la cifra aproximada de 1000 mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez, sin poder proporcionar un dato exacto. Hasta la fecha la cifra sigue abierta y ninguna organización ni poder gubernamental sabe exactamente cuántas mujeres están desaparecidas.

Sin embargo, a mí me surgieron varias dudas, entre ellas ¿en qué momento las mujeres se pueden volver ficticias? ¿Qué pasa realmente con las familias, con los posibles espacios donde ellas existían?


Tales preguntas se hicieron tan constantes que a mi regreso a Ciudad Juárez empecé a pedir en la Procuraduría los domicilios de las mujeres desaparecidas. Mi primera intención era validar la desaparición de mujeres, no de cifras; quería ver las recámaras casi como un movimiento intuitivo, como una necesidad.

La mayoría de las jóvenes desaparecieron hace ocho, doce años, y muchas coincidían con mi edad. Las madres me permitieron ver sus recámaras, sus ropas, me mostraron los álbumes como si yo fuera una vieja amiga de sus hijas, y experimenté el tiempo de una manera diferente, el presente que pasa y el pasado que se conserva.

Las recámaras están intactas, la madre busca la ropa que usó su hija un día anterior, porque aún conserva su olor, permitiéndose acercarse, recordar, porque es necesario un presente para renovar la memoria que en este caso es la única opción entre el gran conflicto de la ausencia y la construcción de la identidad.

Mayra Martell. Chihuahua, México.
Texto enviado por la artista.


Retrato utópico de la identidad, 2007. Fotografías analógicas en b/n realizadas a partir de los objetos y espacios que pertenecieron a las mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez.